Panayotis Christou
La vida monástica en la Iglesia ortodoxa oriental
Reimpresión de "The Orthodox Ethos", Studies in Orthodoxy vol. 1, Ed. by A.J.Philippou
El sistema cenobítico
Pacomio (m.346) en Egipto dio un paso adelante. Además de la administración y de la oración, puso bajo supervisión el refugio, la ropa, la dieta y el trabajo de los monjes. Habitualmente vivían en dormitorios espaciosos. Se puede decir que con este sistema el monasticismo era más fácil al vivir los monjes juntos y asociarse unos con otros. El sistema comunal de vida permitió que las mujeres se dedicaran a la ascesis en retiro: para ellas es peligroso vivir en total aislamiento. Pero la principal ventaja de este sistema era que el monasticismo podía ahora participar en actividades filantrópicas.
Que el monasticismo tomara esta dirección fue la principal obra de Basilio el Grande (m. 378), obispo de Cesárea. Vivió en soledad durante algún tiempo en su finca de Ponto con miembros de su familia. Allí fue donde escribió su conocida obra, Ascetica, que se convertiría en la base de la organización del monasticismo durante el periodo subsiguiente. Recomendaba a los monjes que se reunieran en grupos organizados, de acuerdo con la naturaleza social del hombre: "El hombre es un ser dócil y social y no salvaje y solitario. Ya que no hay nada que caracterice más nuestra naturaleza que el asociarnos unos con otros y el necesitarnos unos a otros y necesitar amar nuestra especie" (Normas Generales 3, I-P.G. xxxi, 947). De acuerdo con esta doctrina, los monjes deberían volver del desierto a las ciudades, y fundar allí cenobios filantrópicos. El mismo Basilio volvió a Cesárea y organizó un grupo entero de instituciones de beneficiencia, que más tarde recibieron en su honor el nombre de basilios. Desde el primer momento la dirección de los mismos estaba en manos de los monjes, a quienes se llamaba "padres de los huérfanos".
El cenobio podría considerarse como la forma final del monasticismo, pero no es así. Si bien en un primer momento mitigó el yugo de los ascetas, más tarde sin embargo lo hizo más difícil de soportar. Por este motivo surgió en la Edad Media una tendencia dirigida a un modo de vida menos estricto, lo cual dio como resultado la constitución de la vida idiorrítmica. Los "contemplativos", es decir, aquellos que se dedicaban a la contemplación de Dios, trataban de exonerarse de trabajo práctico y social, con el fin de que nada impidiese su trabajo espiritual; y al mismo tiempo los monjes más débiles buscaban una suavización de la disciplina. En los monasterios idiorrítmicos la administración, la indumentaria, la oración, y hasta cierto punto la residencia permanecían comunes. La dieta y hasta cierto punto el trabajo quedaban fuera de control. Así a los monjes se les permitió la adquisición de propiedad privada, que no podía superar, sin embargo, ciertos límites. Dede un punto de vista, al vida idiorrítmica se puede considerar como un retorno al sistema comunal de la lavra, mientras que desde otro ángulo es una combinación de los modelos eremita y comunal del monasticismo.
Estos cuatro tipos de monasticismo van paralelos a lo largo de los siglos. Dentro de la tradición eremítica surgieron variaciones extrañas e interesantes, adoptando en ocasiones formas extremas. Los confesores se encerraban durante muchos años en sus celdas, comunicándose con el mundo exterior únicamente mediante carta, y para recibir su exigua ración de comida. Los estilitas vivían en pilares semidestruidos. Los "locos" por Cristo viajaban ostentando su presunta locura por humildad.
Los cuatro han sobrevivido a nuestros días. Los ermitaños se pueden encontrar casi exclusivamente en los puntos más remotos de la península del monte Atos; el sistema comunal está representado por los eremitorios del monte Atos; y los otros dos sistemas, el cenobítico y el idiorrítmico, por monasterios que se hallan en todas las regiones ortodoxas.
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